lunes, 17 de noviembre de 2008

La monarquía

Durante mucho tiempo me he preguntado qué sentido podía tener la monarquía. Me parecía un sistema de gobierno completamente absurdo. Con el tiempo, me he dado cuenta de que no lo es. Eso no quiere decir que sea justo, ni bueno. Lo que quiere decir es que no es extraño que durante muchos años se haya convertido en un sistema de gobierno potente, capaz de predominar sobre cualquier otro sistema. El argumento es así:

Fríamente, la monarquía tiene las siguientes características:
- Cuidadosa educación de los gobernantes: En una época en la que no es posible educar a una gran parte del pueblo, al menos debemos asegurar que los gobernantes estén instruidos. Eso exige seleccionarlos desde niños, y dedicar todos nuestros recursos a educarlos sólo a ellos.

- Cuidadosa selección genética: Los gobernantes salen de un subconjunto de la población, que sólo se mezcla entre ellos. Recuerda sospechosamente a lo que se hace con el ganado para obtener mejores ejemplares. El asunto falla en la selección inicial (no hay demasiada garantía de que los nobles sean realmente los individuos con mejores genes). Pero si consideramos que el sistema lo justifican los propios nobles, es razonable que pensaran que ellos eran los más aptos. En cualquier caso, cobra sentido la (aparentemente estúpida) norma de que no deben mezclarse con plebeyos. Aun tiene más sentido una aristocracia como la inglesa, en la que plebeyos que se distinguen de alguna forma se convierten en nobles.

- Sucesión reglada: Maquiavelo dice, y probablemente no sea ninguna tontería, que un gobernante tiene mucho más fácil la tarea cuando hereda el cargo, que cuando lo "consigue". En realidad esto hay que verlo con perspectiva: Yo creo que Maquiavelo diría que en nuestra democracia moderna un nuevo gobierno hereda el cargo. Y diría esto porque la característica del gobernante heredero es que todo el mundo da por sentado que el cargo es suyo. Apenas hay oposición, y la gente no espera reformas drásticas del estado. Así es hoy en día, todos aceptamos fácilmente el resultado de las elecciones, y damos por sentado que ni nuestro modo de gobierno cambiará (por ejemplo, no se abolirá la democracia en favor de una dictadura) ni siquiera las instituciones cambiarán demasiado (cambia el gobierno y los ministros, pero tooooodos los funcionarios públicos siguen siendo los mismos. Así que aunque nos pueda parecer que un nuevo gobierno cambia mucho la política, lo cierto es que el 99.9% del estado sigue funcionando exactamente de la misma manera). Esto que hoy en día hemos conseguido hacer tan bien no era tan sencillo en la edad media, y probablemente era ventajoso buscar una regla tan simple como "el hijo del que estaba".

Por suerte, vivimos en una época en la que no es necesario un sistema tan injusto. Somos capaces de educar, en mayor o menor medida, a todos los ciudadanos. Así podemos luego escoger de entre todos a los que nos parece que mejor nos gobernarán. En mi opinión esto no es sólo más justo, también es más eficaz. Pero ya escribiré sobre ello en otro momento, ahora tengo sueño.

martes, 28 de octubre de 2008

¿Autoridad cuestionable => Autoritarismo?

Estuve pensando sobre cuán cuestionable debe ser la autoridad. Por un lado, parece que está bien poder cuestionar en cualquier momento la autoridad del jefe (a cualquier nivel, incluso al del gobierno de un país). Por otro lado, en ese caso el jefe en cuestión debe gastar mucha energía para defender su autoridad frente a los que la cuestionan. Quizá incluso tenga que ser más despótico de la cuenta, para evitar que le cuestionen en exceso. Esto me llevó a pensar en las distintas formas de gobierno que hemos ido teniendo a lo largo de los siglos. La tendencia ha sido hacia gobiernos menos despóticos, más respetuosos con las libertades individuales y en particular con la libertad de expresión. Por otro lado, también hemos llegado a gobiernos con un poder más absoluto (compárese, por ejemplo, una monarquía medieval en la que el rey se apoya en el poder individual de cada noble, con la democracia moderna en la que todo el poder emana del gobierno central, que delega en cada ministerio). En este sentido, la democracia es un extremo, ya que todo el pueblo estaría (en principio) dispuesto a defender un gobierno al que considera legítimo, que ha salido de su propia voluntad. Me pregunto si habrá alguna correlación en esto. Quizá no ha sido posible dar al pueblo suficiente libertad, hasta que la maquinaria burocrática y los sistemas de gobierno han permitido que nadie cuestionase la autoridad de quien está arriba. Quizá hoy podemos decir cualquier cosa, precisamente porque el decirlo no pone en peligro a los que mandan.

lunes, 28 de julio de 2008

Con pinta de provinciano

El domingo me pasó algo que quizá sólo entiendan los que, como yo, emigramos de una pequeña ciudad a una grande, y todavía echamos de menos nuestras raíces. Todo empezó porque hice algo estúpido, propio de alguien con una capacidad de decisión nula: Ante un domingo en Madrid sin nada especial que hacer, pensé coger un autobus e ir a Valladolid, aunque fuese para poco más que pasar la tarde. Tras dudar durante cosa de una hora, cogí el metro hacia la estación de autobuses. Seguí dudando durante el trayecto en metro, y hasta llegar a la ventanilla. Al final dejé que fuera el Destino quien eligiera por mí, al disponer que no hubiera plaza en ningún autobus hasta dos horas después. Tras perder la mañana de esta forma tan estúpida, y con la sensación de haber encadenado una buena serie de decisiones equivocadas, decidí volver andando hasta mi casa (a unas dos horas de la estación de autobuses), a ver si así las endorfinas me devolvían la energía. Salí de la estación, y me dirigí a uno de esos "agentes de movilidad", que no tengo claro si policías que intentan no parecerlo, o no-policías que intentan sí parecerlo. Le pregunté cómo llegar a la estación de Atocha (porque desde ahí ya sé llegar solito a mi casa). Y aquí llegó la buena sensación: Me miró con esa mirada amable que ponen los madrileños ante el inocente pueblerino que anda perdido, y me advirtió que estaba a más de media hora andando. Puso ese tono que dice "¿Pero es que te crees que aquí vas a poder moverte andando, alma de cántaro?". Bueno, esta es la aventura. Una chorrada, ahora que la veo escrita. Pero me hizo ilusión que todavía me confundan con el pequeño inmigrante idealista capaz de cruzar la ciudad andando, pese a quien pese. Me encanta Madrid, pero no quiero que me atrape, y no me gusta darme cuenta de que tenían razón, de que las cosas están lejos, que hay que usar el metro para todo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Uri Alon y cómo dar una buena charla

Uri Alon se dedica a lo que podríamos llamar Biología de Sistemas. A juzgar por su curriculum, debe ser muy buen científico. Lo que está claro es que es un comunicador genial, y esto se traduce en que sus artículos son muy bonitos, y sus charlas son estupendas. En concreto, en YouTube se pueden encontrar unas charlas geniales sobre la ciencia en general, y cómo plantearse la carrera científica, y sobre cómo dar buenas charlas. No consigo enlazar con ellas, tendréis que ir a su página web y enlazar desde ahí (ir al link "materials for nurturing scientists"). Lo que más me llama la atención de estos vídeos es lo simpático que resulta Uri. Y eso que yo tenía cierta predisposición contra él, porque en el único artículo suyo que he leído nos la mete doblada (en la Fig. 3 pretende demostrar algo que se aplica al caso general, pero está introduciendo una condición extra que favorece un número de puertas pequeño). Pero después de ver estos vídeos, soy fan incondicional suyo. ¿Por qué ocurren estas cosas? No es que en los vídeos haya nada especial... Me pasa también con algunos libros: un texto aparentemente llano, sin ninguna floritura, y que tampoco cuenta nada demasiado espectacular, resulta que te encanta.

Inauguración

He aquí un nuevo blog. Mira que me jode hacer algo tan de moda.
¿Por qué lo abro? Porque me aburro. Son las 18:40, y debería estar trabajando. Pero estoy atascado con las demoniacas redes metabólicas, y me aburro.
¿Por qué el nombre de telarañas? Porque en realidad no confío en mi capacidad para llenarlo de anotaciones, de modo que más le valdría llenarse al menos de telarañas. Tengo que reconocer que mi espacio del msn se llama igual. En ese caso estas predicciones se cumplieron.
¿De qué voy a hablar? Ni idea. Me apetece hablar de política, pero qué rollo.